No More Flower
Ahogada en el vaso de mi propia sábila, los pétalos decaen y se cierran continuamente por manos externas. ¿Por qué lo hacen? ¿Acaso no pueden apreciar que ya se encontraban rotos? En un vago recuerdo, pudo florecer junto a otras, pero en su libro no existía ese elixir.
Te lo permito, dañame si así lo deseas; mis brazos siempre estuvieron abiertos para ti y, aún así, nunca los tomaste. No era mi preocupación, solo extendías más el duelo en mi interior. ¿Qué piensas de mí? Debo parecer tan insignificante a tus ojos que me ignoras como el sol a la luna, aunque dijimos ser un fragmento de la otra, para que al final el sol brillara solo.
No hace falta decir a cuál de los dos pertenezco; el eje de mi centro gira sin cesar. ¿No confías en mí? ¿No soy suficiente para ti? Lo conoces, sabes que la duda siempre habita en la mente, y aún así la alimentas. Si quisieras, podrías alardear de aquello que solo tú conocías. ¿Dónde estuvo mi error? No hubo gota que cayera como respuesta; esta vez, en el pozo solo habitaba la sequía.
Sí, recuerdo la primavera, no era una ilusión. Quisiera poder narrar aquellos destellos de verdadera franqueza; son tan efímeros que a mi mente se le hace imposible no alterar su color. Son el pecado de mi sabor de boca cuando uno como este aparece. Desaparece, por favor, muere de una vez. Te lo imploro desde lo más profundo de mi ser, a ti, a la pequeña de pétalos caídos.