heaven
Reflexiones Personales

Heaven

Tal vez la comunicación sí tenga retórica, cambiada a retroceso cuando parecía ser una mala afirmación de labios ajenos. Creo en explicar las cosas, pero el peso que tiene sobre mí el incienso de las palabras, deja tras de sí una cascada de rímel. Corría por los ojos de una princesa, sus alas estaban rotas y su paz ansiada jamás pudo ser comprendida.

Quería ser escuchada, proclamada y adorada. Volver a ser como la primera impresión que tuvieron sobre ella. No cabía duda dentro de todo: no habían ni migajas del lindo reflejo sobre sus manos.

Nadie decide su destino, ¿no es así? Si se pierde el control desde el inicio, en algún punto se buscaría el mando del final. Nunca se sabe cuánto sufres hasta que su pequeño derrame llegue al desagüe. La atención era nula cuando los ajenos se abrían, no decían nada que pudieran callar. Las dagas perforan su piel con el único objetivo de lastimarla.

A veces quema, dejando pequeñas cicatrices. Debió ser con una segunda intención porque mientras la venda pedía a gritos ser quitada, tomaba tu mano para descubrir el camino detrás de ellas. ¿Estaba mal? No lo sé. Las personas siempre fueron un espécimen que nunca pude entender. Unas decían escuchar y al final repetían una nueva historia, mientras las demás solo permanecían por cinco cortos segundos.

Era paralizante, volver una y otra vez para abrir la cicatriz puesta en mi piel. Desearía no saber leer y vivir privada del dolor. Lo más triste jamás llegaría porque no podía odiarte. Mi caos es interno, pero mis llamas son captadas en el exterior. Un segundo, o tal vez dos, para demostrar el mundo blanco de la princesa.

«Comprendo tu necesidad por aquella», no creo que lo hiciera del todo. El desenlace de los cuentos rotos llegaba a su final cuando encontraban su significado. La realidad solo podía ser presenciada ante la destrucción en aquellos que fueron llamados propios.

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