Broken

La llama de Lucifer nunca pudo rozar una de sus paredes, aun así, jamás sería lo suficientemente fuerte para llegar dentro de su corazón. Palpita y bombea solo para una simple supervivencia, aquella que colgaba en un hilo de guitarra y sonaba por cada paso dado a la penumbra, ¿por qué lo hacía?

Quería cortarla y dejarla inerte, como presentía el alma, ya no era esa persona con un destello de reconocimiento, sus ganas de seguir batallando contra un filo danzante en venas habían pasado a ser las mismas que sus pulsaciones. Respira con calma, siempre suelen hablar de la paciencia, del tiempo con la capacidad de curar cualquier faceta. ¿Era una frase de aliento? O tal vez una sin amor, cuando más urges por salir, el agua ahoga hasta las escamas de tu piel.

¿Qué sentía? Si mirarme al espejo es soltar escombros, recogiendo aquellos fragmentos que alguna vez no estuvieron rotos, ¿no existe un lapso donde todos los recuerdos equivalgan a cero? Ya no encuentro las ganas por soltarlo, una cabeza daba vueltas como un trompo y aterriza sobre aquel rincón de mal tercio.

Algún día narré sobre él, de mis cuatro paredes protectoras de mareas, un pozo sin fondo, oscuro y tenebroso, el refugio de mi agonía que podía percibir a mi lado como un fantasma, no existían en esta casa, pero eso respondería mi pregunta sobre el espejo.

¿Por qué no me veo? ¿Por qué ya no existe el brillo? Vuelvo a caer en el ciclo, quisiera darles una probada de mis adentros y dejarlos muertos por un simple sabor. El dolor crece y se hace presente, carcomiendo el desprecio sobre la misma persona de siempre. Una metáfora sobre las señales a primera vista, cuando la flor sin destello estaba desprotegida, ninguna constelación bailaba sobre ella. 

Pudiendo buscar su retórica a medida de los días, aliviaba un poco el desgarre de su piel, resumido en la oración, para algunos puede ser el amor, pero para esta ocasión el narrador exporta, el odio, uno capaz de destruir sus paredes, esas que nunca tocaron la calidez.